domingo, 1 de marzo de 2020

LUNA DE MIEL ETERNA




Llegué como cada tarde para verte. Sé que te alegras cuando sientes mi presencia. Ellos dicen que no, pero no les hago caso. Te hablo sin parar de lo que he hecho durante el día, de nuestros amigos, de la familia. Si, ya sé que nadie viene a verte, que se han cansado, pero no te enfades. Hace tiempo que comprendí que no todos saben esperar, ni confiar, ni siquiera dar. Me tienes a mí. Yo nunca dejaré de venir ni aún después de muerta. Siempre te acompañaré.
Las enfermeras me miran  con pena. Cuántas hemos conocido. Algunas incluso ya son amigas. No me importa que sientan lástima. Dicen que viva, que aún estoy a tiempo, que hay vida fuera de aquí. Solo les sonrío y les contesto que también en esa cama hay vida, y que tú eres mi vida. 
No pueden comprender que no tuvimos tiempo de hacernos enemigos, ni de enfadarnos, ni siquiera de que nos molestaran nuestros defectos, ni de engañarnos, o de desconfiar el uno del otro. Ellos no conciben que nos queremos como en una luna de miel eterna. Por eso te beso tanto, te toco y acaricio las manos para que no olvides mi roce. Me miran como si me hubiera vuelto una loca incomprensible, no nos entienden. Ya no les digo  que he visto como se mueven tus parpados cuando entro en la habitación, ni como tus labios se juntan cuando sientes mi beso. Piensan que mi deseo de que vuelvas es tan grande que imagino cosas. Otras enfermeras me dicen que sí, que lo haces pero que son reflejos del cuerpo, yo sé que no es cierto. Tú me oyes, me sientes y por eso intentas decírmelo. No te agobies amor, sé que estás ahí, siempre has estado y un día no muy lejano volveremos a aquella luna de miel que nos paró el azar. No importa el tiempo ni las canas, seremos de nuevo  los adolescentes que quisieron comenzar una nueva vida juntos llena de ilusiones aun a pesar de llevar media vida en un hospital.