El tiempo se paró. Mi cuerpo flota por
la habitación. Ya no siento el dolor que me llevó hasta ti. Todo parece
distinto. Desde aquí puedo ver lo que antes no vi, el dolor que te estoy
causando y que quería evitar. Me has puesto en esa mesa fría donde aún creo
sentir el roce de tus manos en mi piel. Veo como abres mi pecho, como hurgas
dentro buscando desesperado una razón y un porqué. No quería que fueras tú
quien tuviera que hacerlo. Solo miro tus ojos, tus lágrimas cayendo en mi pecho
abierto. Quisiera consolarte, abrazarte y besarte pero solo consigo que mis
manos traslucidas no rocen tu cara. Te estremeces y tu llanto crece. Vuelvo a
sentir dolor, tu dolor y me abrazo a la nada. Sabías que iba a ocurrir pero
nunca nos preparamos del todo. Anoche quise decírtelo, cuando me besabas y
decías que todo se iba a arreglar, no me atreví, por eso, sin tu saberlo, te pedí
que me besaras como si fuera la primera y última vez. Te dije adiós de la única
forma que sabía hacerlo, en silencio, con mis besos y grabando en mis ojos los
tuyos, para que me acompañaran en ese viaje desconocido. Ya casi no te veo, no
llores mi amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario