jueves, 30 de marzo de 2017

POSESIÓN




Tras la imagen del televisor una casa en silencio. El sillón vacío y un hombre tirado en el suelo. La muerte toma posesión frente a aquel locutor que contaba que la vida, vale la pena vivirla.







jueves, 23 de marzo de 2017

DEJARTE LLEVAR




Como empezar algo que ni siquiera sabes que será. Todos dicen: “déjate llevar”, y si lo hago ¿Qué saldrá de mi? rabia, dolor, miedos, deseos, o algo tan malo que hasta a mi me aterrorice descubrir.

Durante años he ido escondiendo tantos sentimientos, frustraciones, silencios que a veces me pregunto si alguien me conoce o mejor, si alguna vez he dejado que me conozcan de verdad y aunque me flagele echándome la culpa, tampoco se han molestado mucho en conocerme. Quizás ni yo misma quiera hacerlo y he puesto la coraza para no descubrir lo que no me gusta de mi. Pero, ¿hay algo que me gusta de mí?

Todo esta retraila de preguntas y culpa rondaba mi cabeza cuando me caí en una zanja de bruces contra el suelo. Estaba en la esquina a la vuelta de mi casa. No me percaté de ella porque estaba tan inmersa en mis lucubraciones que los sonidos desparecieron  y ni oí el ruido de la máquina rompiendo las baldosas, por eso al recibir aquel golpe, el dolor hizo que gritara. Volví a la realidad y me vi rodeada de dos trabajadores, habían intentando avisarme pero que yo ignoré como al ruido. Aunque preocupados por mi estado y tratando de averiguar si me encontraba bien uno de ellos trataba de contener la risa, yo lo habría hecho si fuera otro el que estuviera en mi lugar toda desparramada  en el suelo, nada elegante y soltando una retraina de palabras nada agradable al oído, convirtiéndome en un chiste fácil de tonta despistada.

Lograron levantarme, no sin esfuerzo. Al intentar apoyar el pie en el suelo solté los tacos que no deberían estar en la boca de alguien que aparenta ser una señora y que en ese momento dejó de serlo. Me sentaron sobre unos bloques y aunque el dolor estaba haciendo trizas mi humor, intente sonreír mas por mí que por ellos. No tenían culpa de mi despiste pero me sentí avergonzada de mi estupidez, total para pensar algo que no tenia solución y que ni siquiera pensaba buscársela, hacía tiempo que me había dado por caso perdido.

Una calle más abajo de la obra se encontraba el Centro de Salud. Entre los dos me llevaron como pudieron, chiquito espectáculo en una silla humana. Me sentaron en la sala de espera. Cuando tocó mi turno estuve a punto de besarlos por haber hecho aquel agujero en medio de la calle. El médico que tenía que atenderme no era guapo, estaba para parar un tren. Muy educado me rozo el tobillo y aunque sé que en un espacio cercano el dolor me martilleaba, le di de lado solo para sentir el roce de su mano en un tobillo hinchado, negro y con pocas ganas de que lo tocaran. Se giró casi sin mirarme y mando a hacerme una radiografía. Estaba tan ensimismada imaginando ya la boda, que me sentí abandonada cuando salió del despacho.

Cuando vuelvo a entrar en la consulta el guapo medico me da la espalda, mira la placa, así que mi mente calenturienta empieza a preguntarse quién será la que ocupa su mente, sus noches, su cama. Comienzo a sentir los sofocos no de una menopausica adelantada, sino otros tan desesperantes que si mi pie no me hubiera tenido inmovilizada me lanzo a su boca y no me separa ni la Armada.

Me zarandea preguntándome si estoy bien, parece que estoy en otra dimensión porque está hablando y solo pienso en su boca. Labios carnosos en forma de corazón dispuestos para los míos. Logro escuchar el diagnostico, esguince de tobillo.
Al levantarme deprisa me mareo y él me agarra. Caigo en sus brazos mientras miro sus ojos, su cara….. riing, riing, riiing.

Salto de la cama y me siento.  Agarro el despertador y lo lanzo contra la pared. La noche se acabó, solo era un sueño. Levanto la cortina y busco la obra y los trabajadores. La calle está limpia, ningún agujero que fastidie mi tobillo. Tendré que pensar en otra enfermedad para ver a mi guapo medico 









jueves, 16 de marzo de 2017

SIN LUZ




Se apaga el fuego
que late en la sangre.
Se enfrían los sueños
que rompen la calma.
La oscuridad acapara los días.
Ya no hay luz
en la ventana de mis ojos.
Ya no hay oasis
en las líneas de mis labios








miércoles, 8 de marzo de 2017

NO TE PERDONO




Las floristas rodean las puertas vendiendo a aquellos que siguen recordando. Hoy hay más gente que de costumbre. Llega el coche y los hombres se agrupan alrededor para ayudar. Pesas, pero ni lo notan. El dolor les pesa más. Son tus amigos y hermanos, todos quieren llevarte. Hay lágrimas contenidas en ellos. Yo te espero en la puerta, quiero ir a tu lado hasta el final, como te prometí. Solo falta que alargues la mano y me cojas la mía como hacías cuando paseábamos, ¿te acuerdas?  Sé que estás a mi lado, siento tu brazo en mis hombros, sosteniendo mi pena. Llegamos ante esa hilera cubierta de losas. Un hueco abierto, el tuyo. Retraso el paso. Aún no quiero que te vayas. Se aglomeran a tu alrededor y a mí me falta el aire, me faltas tú. Te introducen dentro y no puedo dejar de llorar. Todo es silencio. Algunos lloran, otros se giran y se alejan. Yo sigo allí, frente a ti, despidiéndome y pidiéndote que me lleves contigo, que no me dejes sola. Me lo habías prometido. Me engañaste. Ya no pasearemos juntos, no cruzaremos nuestras miradas, ni podré besar tus labios. Ya no habrá enfados ni reconciliaciones, ni palabras susurradas a medianoche. Mi cama estará fría, nadie me buscará bajo las sabanas. ¿Por qué lo hiciste? Creía que me querías, que eras feliz. Me engañé y no lo vi. Te vas sin ser tu momento y me abandonas, lo siento. No, no te perdono.