De repente lo vi. Esta sentado junto a
la ventana, en la mesa que suelo ocupar habitualmente, tienes las mejores
vistas del restaurante. El establecimiento esta casi vacío y eso me da la
posibilidad de mirar de frente. Tiene
los ojos perdidos, el pelo revuelto de
pasarse la mano nerviosa y el cuerpo delgado. Por sus piernas estiradas se ve
alto. A cada paso de mis ojos por su cuerpo me atrae más ese sentimiento de
desamparo en el que esta. Alguien debe haberle dado plantón. En su mesa hay dos
servicios y el parece frustrado. Siento el impulso irrefrenable de abrazarlo,
de consolar su angustia. Se vuelve, buscando quien sabe que. No he podido
apartarme a tiempo y me ha pillado observándolo. Me sonríe. Sus ojos han
cambiado, ahora brillan. Se levanta y se dirige a mí. No creo que esto esté
sucediendo. Se presenta, me habla de cosas bonitas pero no le escucho. No puedo
apartar la mirada de esos ojos. He debido asentir porque se ha sentado a mi
lado. Lo único que pasa por mi cabeza es las ganas que tengo de besar sus
labios carnosos que se mueven sin parar. Todo es silencio. Su boca acercándose
y a mí ha dejado de importarme el resto de la gente. Hoy me da igual todo. Voy
a besarlo y lo único que me preocupa es que mi aliento huela a esa comida tan
rara que me han servido, No parece importarle, ha agarrado mi mano suavemente.
Esta noche no pensaré ya lo haré mañana. Volaré por el mundo si me acompaña,
hoy nada importa, nada es real, todo es mágico. ¡Señora! ¡Señora! ¿Está Ud.
bien? esa voz, áspera, fuerte, me sobresalta. Miro a mí alrededor; el restaurante está lleno y reina el silencio.
Todos me observan. El camarero me mira compungido, he estado divagando
despierta. Estoy sola besando mi servilleta.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinXj4gGMb-CsTDuBMnltyQ3Qk2n7MoeDp2aoDHEg_uqGdF-l1YWq3E0_hH6lfaF40IH5g2ytJ9QwdqScK00P_iiiLZ7fSeShU1P7jp_uqbS4rwZyP5q-GU_Yz0IAOTArR_Ahq_IsVaLoY/s320/46c53430a7ae095db4715bd1101b0ee4.jpg)