La lluvia cayó con fuerza en aquel prado
de flores. En medio de él, con los brazos abiertos ella aplacó su pena. Dejó
que el agua borrara la amargura y bailó al son de la música que solo ella
escuchaba. Todo quedó borrado. Su risa se extendió llenando de color la tierra.
El sol se abrió y un cuerpo inerte cubierto con las flores del camino fue lo
único que allí quedó.
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