Sentada en este banco de piedra noto las
miradas ausentes de los transeúntes. Me observan como un objeto más de la
plaza. En cambio, yo hago un repaso de cada uno de ellos inventándome sus vidas,
con sus miradas y gestos. Entre tanto imaginar, sueño nuestra vida.
Me vi frente a ti, me sonreías y
abrazabas. Caminabas a mi lado por la calle, orgulloso de mi presencia. Lo más
curioso es que imaginaba tu mirada enamorada, tus sentimientos y de tanto fantasear me ilusioné con nuestro futuro.
Debí sonreír porque hubo quien me miró
como si estuviera loca y ni siquiera me importó que me juzgaran. Lástima que
fuera solo un sueño. Lo supe cuando recibí el primer pinchazo devolviéndome a
la realidad. No esperaba que fuera tan pronto, era un aviso inesperado. Saqué
el bloc que siempre llevo en el bolso y te escribí. Hace poco compré ese sobre
tan peculiar que me gusta, el del color de tus ojos, no lo sabías ¿verdad?
Desde que te vi por primera vez me enamoré de tu mirada.
En esa carta te conté todos mis
sentimientos, el dolor de tu ausencia, el desprecio que sentía hacia mí por no
conseguir que me amaras y sobre todo, lo que habías sido en mi vida. Te expliqué el motivo que me hacía escribirte con prisas y me despedía de ti
mojando las esquinas. Cerré el sobre y después de escribír tu nombre y
dirección, lo besé y volví a guardarlo. Sabía que quien lo encontrara te lo
haría llegar.
La siguiente punzada no tuvo compasión,
el dolor fue más intenso. Recorrió mi brazo y sentí un sabor extraño en mi
boca, todo se volvió confusión. Algunas personas se acercaron, me hablaban,
preguntaban si me encontraba bien. Claro que no lo estaba pero no podía
decírselo. Tampoco importaba ya, era tarde. Un policía abrió mi bolso y la vio.
Me había asegurado de escribir encima de tu nombre: “en caso de fallecimiento
hacerla llegar a….”. Sí, mi amor, todo acabó para mí. Fue rápido, al menos en
eso, la vida se portó bien conmigo. Después de tanta tristeza y soledad me dio
una muerte rápida y tranquila dejando que me despidiera de ti.
Pronto comprenderás todo lo que te decía
en mis silencios, en mis miradas, todo lo que callaba cuando estábamos juntos.
No te sientas mal, tú nunca me mentiste, ni me diste esperanza alguna, tu solo
me hiciste especial entre tus brazos y fui yo quién te amó sin que tú me lo
pidieras. Sé feliz mi amor, ya no te echaré de menos como tú querías.