Las calles estaban silenciosas, el
tintineo de los aros de su collar sonaban entre aceras de adoquines. A cada
paso, ese sonido llevaba a sus labios una sonrisa. Estaba triste, pero esas
calles antiguas llenas de recuerdos y secretos, la entendieron. La soledad de
las fachadas se alinearon con ella y la arroparon.
El teléfono sonando. La operadora
insistiendo en querer venderte lo invendible y tú con ganas de romperlo contra
la pared. Le dices que estás ocupado y sigue insistiendo hasta que te enfadas y
le cortas. Mantienes la mirada fija y te das cuenta que tu rabia no es con ella
sino con esa llamada que nunca llega.