El teléfono sonando. La operadora
insistiendo en querer venderte lo invendible y tú con ganas de romperlo contra
la pared. Le dices que estás ocupado y sigue insistiendo hasta que te enfadas y
le cortas. Mantienes la mirada fija y te das cuenta que tu rabia no es con ella
sino con esa llamada que nunca llega.
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