Habría querido gritar. Bajar a ese lugar
remoto donde nadie pudiera oírla y dejar escapar los alaridos que quieren salir
de su garganta. Aliviar la presión que siente en su pecho, y en ese grito que
rompe el alma, decirle adiós a todo el daño que causaron en su vida. Borrar las
cicatrices que marcan su camino y limpiar su piel de las secuelas del dolor que
dejaron en ella. Habría querido gritar, pero no encuentra sonido en su voz.
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