sábado, 30 de abril de 2016

NUNCA MÁS




La taza estaba vacía. La removía sin percatarse de ello. Hacía rato que ni siquiera estaba allí. Solo vivía una y otra vez lo ocurrido antes de salir de casa. Ella lo había echado. Con cada vuelta al líquido inexistente, la rabia se apoderaba de él. Regresó a la casa. Sus ojos de psicópata, sus puños apretados. Una nota lo esperaba: NUNCA MÁS. Se marchó antes de que volviera. Salió a la calle a buscarla, en sus prisas no se percató de la grúa, descargaba en ese momento maquinaria pesada, le gritaron, pero su deseo de golpear era mayor. Todos decían pobre hombre. Ella, escondida enfrente, mientras esperaba que la recogieran, solo pudo al fin respirar tranquila.









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