Junto a esta vieja plaza siento más
cerca tu presencia. Respiro la tristeza de
sus balcones solitarios y observo las grietas de dolor que guardan sus
baldosas grises. Hay niños que corren y gritan pero yo me aíslo del ruido. Me
pregunto porqué ocurrió y si vale la pena seguir esperándote. El aire frío hace
que me estremezca mientras susurra en mi oído la respuesta que ya sé. No vales
mi espera, ni mi tristeza, ni mi llanto, ni mi dolor. Ahora sé que no vales la
pena.
Triste, pero asi pasa, cuando cae estrepitosamente, la venda de los ojos!
ResponderEliminarEl amor es ciego eso dicen. A veces somos nosotros mismos quienes nos ponemos esa venda, para no ver lo que no queremos ver. Muchísimas gracias Jorge por tus palabras.
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