Las mañanas ya no eran lo mismo. El café
se había vuelto insípido y la soledad marcaba el ritmo de su vida. Decidió
acabar con todo aquello. En una maleta guardó lo imprescindible. Se dirigió al
aeropuerto y de allí eligió al azar una ciudad. Hace un año que comenzó de
nuevo. Sus mañanas se han vuelto tediosas y el café sigue siendo insípido.
Cambió de lugar pero no lo hizo ella.
Triste pero a veces, real. Bonito texto. Felicidades!
ResponderEliminarGracias Jorge por tus comentarios. Disculpa la tardanza en dartelas. Saludos.
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