Habían sido amantes. El la vio en aquella sala
llena de amigos. Ella se acercó a saludarle, al verla le dio la espalda.
Aguantó la noche con su mejor sonrisa. Al llegar a casa dejó que el dolor bañara sus mejillas, venció
a su orgullo. Un mensaje en su móvil le hizo comprender que nunca sería
suficiente. Una disculpa poco sincera “Lo siento, no sé que me pasó”. No tardó
en responder. “Lo siento, no hablo con desconocidos”
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